27 oct 2015

PALABRAS ENTRE CARBÓN



El texto bíblico oculto en un rollo carbonizado
 
Los científicos han descubierto ocho versículos del Levítico, en pergamino calcinado hace 1.500 años.

El recién descifrado –solo en parte, por ahora– es uno de varios rollos hallados hace 45 años en la localidad de Ein Gedi, a orillas del mar Muerto, dentro del arca sagrada de la sinagoga del lugar.
 Por su ubicación, especial de por sí, se creía que podía tratarse de textos bíblicos, pero no había ninguna certeza, sobre todo porque el material era totalmente ilegible. Recién ahora, tanto tiempo después –hace pocas semanas–, se sabe: en el pergamino carbonizado aparecen los ocho primeros versículos del primer capítulo de Levítico (tercer libro del Antiguo Testamento). Y puede que con el tiempo vuelva a la vida, allí, todo el Pentateuco.

El profesor Brent Sales, director del Departamento de Ciencias de la Computación en la Universidad de Kentucky (EE. UU.), desarrolló una tecnología poco común que permitió ‘abrir’ el rollo de modo virtual, sin siquiera tocarlo, haciendo posible, con sumo cuidado, la lectura de lo que resultaron ser los ocho primeros versículos de Levítico, justo el libro intermedio de la Torá, el Pentateuco.

Publicado por: Lola Ruiz Martínez


17 oct 2015

CUANDO EL DESIERTO NO ERA DESIERTO


Que la historia del Sáhara como desierto es bien breve es algo que nadie duda (ahí están las pinturas prehistóricas que nos muestras una fauna bien diferente a la actual), pero no deja de sorprender el ver esqueletos completos de ballenas incrustados en las rocas del desierto.

Estos fósiles habitaron en el antiguo mar de Tetis, del que actualmente solo nos queda nuestro mar Mediterráneo. Gran parte de este antiguo mar desapareció  tras la colisión de grandes bloques continentales de la que surgirían cordilleras como el Himalaya o los Alpes.

Los cetáceos evolucionaron a partir de mamíferos terrestres con sus extremidades características. Su posterior adaptación a un medio acuático favoreció que estas extremidades se volvieran inútiles en dicho medio, aunque no han llegado a desaparecer por completo. Algunos de estos restos presentan caderas en las que son visibles sus extremidades, incluso con sus falanges intactas.

Estos restos fosilizados no son noticia reciente (fueron hallados a principio del siglo XX) y de hecho actualmente son una atracción turística más, a unos 200 Km de El Cairo. Pero siempre resulta curioso imaginarse el actual suelo del Sáhara como fondo de un mar en el que, hace unos 40 millones de años, nadaron hasta ballenas.





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16 oct 2015

LOS COLORES DEL OTOÑO



Las estaciones tienen color: el monótono blanco asociado al invierno, frente a la variedad y viveza colorista de la primavera o el azul relajante del verano; el otoño, claramente, es ocre y rojizo, de hojas amarillentas cubriendo el suelo. Así es como identificamos, en parte, la llegada de los cambios estacionales. En estas asociaciones tiene mucho que ver la observación de los cambios que ocurren en las plantas que nos rodean; pero, ¿cómo perciben éstas la llegada de un nuevo período y cómo reaccionan?.

En otoño, cuando las horas de luz diurna se acortan, la producción de clorofila (el pigmento fotosintético responsable del color verde característico de las plantas) comienza a decrecer. Este descenso en la cantidad de clorofila hace perder el color verde a la hoja, que, a la vez, va tomando tonalidades más amarillentas y anaranjadas debido a la presencia de otros pigmentos, como los carotenos o las xantofilas. Éstos ya estaban presentes durante el resto del año, pero sus colores no se veían porque quedaban ocultos por el verde.

En otoño, una capa de células que se sitúa en la base de cada hoja, empieza a crecer, formando una sustancia que se acumula y termina por cortar el flujo de agua y alimento entre la hoja y el árbol. Estas células de la base van muriendo poco a poco, hasta que la sujeción de la hoja es tan débil que ésta terminará cayendo.

¿Por qué se permite un árbol el lujo de perder sus hojas para tener luego que fabricar otras nuevas?. Es una estrategia de supervivencia. En climas fríos, donde el suelo suele helarse durante el invierno y el agua no es accesible, la hoja deja de hacer su función y su caída evita incluso la pérdida de más agua. Además, en un árbol deshojado se favorece la polinización por el viento, ya que muchos de éstos árboles florecen en esta época y se mejora, por tanto la eficacia reproductora.

Aunque nuestros ritmos biológicos estén también regulados por mecanismos de control interno, la percepción subjetiva del medio que nos rodea (como los cambios anuales en las plantas) juega un papel importante en nuestros ciclos vitales.






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